miércoles, agosto 24, 2005

Morirá de nuevo Victor Jara?


No es la idea crear estereotipos ni mucho menos hacer juicios desde los mismos, pero Raúl Alcaino (Alcalde de Santiago) ha resultado ser el estereotipo del ingeniero cuadrado y facho.
Su incapacidad de entender que hay espacios ciudadanos que trascienden a lo material y que en si mismos son parte del espíritu y la tradición cultural y política de Santiago, lo han llevado a plantear ideas descabelladas como cambiar el “Teatro Del Puente” por un paseo peatonal y más reciente mente terminar con la existencia del estadio Víctor Jara.
Evidentemente su razón capitalista no concibe la presencia de espacios como los mencionados anteriormente, los que ya sea por mala gestión o simplemente por mal uso han alcanzado un notable deterioro. Cuando evidentemente podrían en tanto terreno estar reportando divisas convertidos en mall`s o supermercados.
No pasa por la cabeza del Alcalde la idea de la intervención cultural o el mejoramiento y desarrollo de gestión de estos lugares que de uno u otro modo son parte de la historia Chile y aquí me refiero específicamente al estadio Víctor Jara.
Muchos, incluido el Alcalde, podrán argumentar que lo que la municipalidad está haciendo, no significa terminar con el estadio sino que “sólo” con su utilización para eventos masivos, para así estudiar posteriormente su futuro. El que perfectamente y si me permiten la suspicacia, podría ser habitacional o comercial.
Habrá considerado Raúl Alcaino, que el actual Víctor Jara fue en su tiempo el Teatro Politeama lugar donde nuestros abuelos disfrutaban de la comedia de los años 50 con transmisión radial simultanea.
Sabrá acaso que la techumbre de dicho lugar fue construida a la imagen y semejanza de una montura corralera.
Tendrá noción que en el quiebre institucional más doloroso de los últimos 60 años, el estadio se tiñó de sangre convirtiéndose en centro de detención y que hoy lleva dicho nombre porque entre sus pasillos fue torturado y muerto el cantautor Comunista más importante de Chile.
Tal vez alguna consideración con su importancia en el desarrollo de la música local en los años 80, o por último con la hinchada boxeril que vibraba con sus cuadrangulares peso mosca.
La verdad no quiero ser fatalista, pero a esta altura creer en las buenas intenciones de éste o cualquier otro Alcalde con olor a “cambio” me parece sencillamente ingenuo y me asusta pensar que nuestra historia quede convertida en testimonio fotográfico de inauguración de Mall.