miércoles, julio 26, 2006

El RESTO ES HISTORIA


A veces parece que nada de lo que uno pudiera decir en una situación así tendría la capacidad movilizadora de cambiar la percepción de las cosas.

A veces uno se siente tan extraviado que se pierde buscando una salida.
A veces en el camino los caídos no son los enemigos, ni las sombras, ni siquiera uno mismo, sino los corazones de nuestros compañeros de viaje.

A veces aferrarse insistentemente al pasado es sólo una excusa para no seguir avanzando y el recuerdo del mismo no es más que una ilusión de algo que en la distancia parece perfecto, pero que fue tan imperfecto como yo mismo.

A veces duele verse enfrentado al amor y no poder mirarlo a los ojos por vergüenza al amor, por vergüenza a no dar la talla y parecer cobarde e inútil frente al amor mismo.

Sin embargo a veces el recuerdo es una ola de prana sagrado que a uno lo mantiene vivo.

Entonces aquí te regalo algo de mis mejores recuerdos:
El día 8 de noviembre a las 11 de la mañana abrí la puerta y me encontré con la chica más linda que había visto, la saludé canchero y a penas me miró... siguió su camino como si yo no existiera.

6 días mas tarde aceptó salir conmigo en una doble cita y de nervioso no supe de que hablarle, entonces me fijé en una profunda herida que tenía en su pulgar derecho y hablé de heridas. También le conté de mi amiga que estaba mal, que estaba sola. Toda la noche fui el anti galán hasta que me calló con un beso.

Ese fue nuestro primer beso, tímido y suave roce de labios.

Me aceptaste en tu vida siendo yo torpe, habiendo olvidado las viejas, sanas y buenas costumbres y lavaste mis venas con tu mirada severa convirtiéndome en hombre.

La primera vez que nos juntamos solos, en medio de la soleada bulla de un parque central, te vi llegar como una diosa de movimientos sinuosos, di gracias a dios y sabes que hice después, bueno después te invité una cerveza y sentado en una silla de PVC pasé una de las tardes mas felices de mi vida.

La primera vez que te invité a mi casa (a la casa de mis viejos) de nervioso te esperé en la estación de metro equivocada y cuando note mi error corrí -con un dolor en el alma que no había sentido hasta ese día- a buscarte al lugar correcto. Más tarde te desvestí torpemente, mientras mi abuela veía tele en la habitación de al lado y me importó un carajo que todos los demás pasaran alrededor de nosotros, porque ese día fui bautizado con la bendición de ti.

Y me dijiste de pronto que no querías pololear conmigo y el mundo se me vino abajo y ocupe todas las artimañas adolescentes conocidas hasta encontrar el sí.

Todo esto pasó hace 10 años… Ayer, no crees?
Así podría enumerarte día tras día, año tras año, hasta hoy que somos un matrimonio tratando de ser adulto, aferrado a nosotros y a lo único que nos podemos dar... amor.

Sabes, esos son recuerdos… el resto es historia, pura historia.